Segunda Parte
por Martin y Deidre Bobgan
[N.d.T: La expresión “sanadores interiores” utilizada en varias partes de este artículo, proviene de la expresión original “inner healers”, y significa precisamente eso. Aunque no sea común su uso en el español, preferimos traducirla en forma textual por no encontrar un equivalente apropiado en dicho idioma.]
En la Primera Parte disertamos sobre dos ingredientes esenciales usados en muchas psicologías que son fundamentales para la sanidad interior. Nos referimos al inconsciente y al pasado. El uso de ambos criterios es anti-bíblico y los creyentes deberían evitarlo, ya que operan en forma contraria a la Palabra de Dios. En esta parte disertaremos sobre otros dos elementos presentes en muchas psicologías, los cuales son una parte integral de la sanidad interior. Se trata del uso de la memoria y las emociones. Estas son actividades comunes de la mente. Sin embargo, al combinarlas con las actividades pertinentes al inconsciente y al pasado en la forma en la que generalmente se usan en la sanidad interior, contradicen las claras enseñanzas de la Escritura, y no son más que herejías diseminadas en todo lugar que se las enseñe y practique.
Memoria
La sanidad de las memorias es una función central de los sanadores interiores y de muchos psicoterapeutas. Generalmente, los “sanadores” buscan memorias tan remotas como las del inicio del período post natal, pero algunos intentan lidiar incluso con lo que imaginan ser memorias del período pre natal, como ya dijimos en la Primera Parte. La Dra. Jane Gumprecht, cita en su libro, Abusing Memory: The Healing Theology of Agnes Sanford (Abusando de la Memoria: La Teología de Sanidad de Agnes Sanford), la descripción que Sanford le dio a su teoría que respaldaba la sanidad de las memorias:
Algo atribula la profundidad de la mente… algún antiguo y desagradable recuerdo… ¿Cuáles son estas “raíces de amargura” y cómo pueden ser extraídas de nuestro interior?… Somos capaces de arrastrar cadenas atadas a nuestras almas hace tanto tiempo que ya no sabemos en qué consisten… cargas puestas sobre nuestras almas cuando éramos demasiado pequeños para ser responsables… Sin embargo, aún hay esperanza, porque Dios está involucrado con el tiempo… y al ver nuestra necesidad se encarnó a sí mismo, haciéndose hombre, entrando así al inconsciente colectivo de la raza… Jesús es nuestro viajero del tiempo… quien sale del espacio sin tiempo para llegar a nuestro tiempo, a propósito, para trascender el tiempo en cada uno de nosotros, entrando al subconsciente y encontrando su manera de atravesar los años pasados llegando a cada memoria enterrada, para tocarla con su poder sanador y liberarnos. Le pido a Jesús entrar en él, y poder retroceder en el tiempo para sanar las memorias de temor y resentimiento – incluso las que ya están olvidadas… entonces le pido a Jesús que camine hacia el pasado – atraviese sus memorias… y las libere.1
Como dijimos en la Primera Parte, debemos recordar las obras de Dios, tanto a nivel individual como corporativo. Dios no sólo proveyó su Palabra escrita para recordarles a los israelitas Su gloria y Su gracia por medio de actos de misericordia, sino que instituyó fiestas para ayudarles a recordar el éxodo y otros eventos significativos que demostraron Su gran amor hacia ellos, así como también su propia pecaminosidad. Los israelitas pecaron cuando olvidaron las grandes misericordias de Dios y Su ley escrita. Por lo tanto, el salmista dice, “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). Muchas veces Jesús exhortó a su audiencia a recordar lo que Dios había hecho y lo que Él había dicho. Jesús instruyó a sus seguidores a celebrar la Cena en memoria de Él (1 Co. 11:24). Por lo tanto, las memorias son importantes en nuestra relación con Dios, lo que Él ha hecho por el creyente y lo que ha dicho en su Palabra.
Bases bíblicas
La Biblia no nos instruye a que procuremos circunstancias (memorias) olvidadas en nuestro pasado para que puedan ser sanadas. La Biblia instruye al creyente a que considere ese viejo yo (denominado el “viejo hombre”) muerto y a vivir la nueva vida en Cristo Jesús: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro. 6:11). Por lo tanto, la práctica de recobrar las memorias por medio de la sanidad interior, es una desobediencia indirecta a la Palabra de Dios y a la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Bases científicas
Los sanadores interiores y muchos psicoterapeutas se apoyan en la precisión de la memoria al lidiar con el pasado. Al aconsejado se lo dirige a que recuerde experiencias anteriores para así comenzar el proceso de sanidad.
En la Parte Uno revelamos que John y Paula Sandford dicen que “un bebé dentro del vientre ya sabe, experimenta, gusta y siente todo lo que sucede a su alrededor”.2 Los Sandford le dan más crédito de lo que la ciencia atribuye a los recuerdos pre natales, postnatales y de los primeros años de vida. Mark L. Howe, un experto en el campo de los primeros recuerdos, dice que las memorias de lo sucedido en los primeros dos años de vida difícilmente “sobrevivan intactas en la adultez”. Howe concluye: “Por el momento es seguro decir que no recordamos haber nacido o nuestras experiencias intrauterinas. Sin embargo, tenemos una excelente imaginación, la cual no solo crea ‘recuerdos’ sino que también afecta los recuerdos que llevamos con nosotros desde la niñez.”3
En el psicoanálisis freudiano el proceso de llegar al pasado inconsciente es a través del portal de la libre asociación, el cual implica una gran cuota de recuerdos pasados y particularmente recuerdos de los primeros años de vida, a medida que el aconsejado reporta todo lo que le venga a la mente en la presencia del analista. El Ministerio de Oración Teofóstico, el cual es una combinación de la sanidad interior y varias psicoterapias conocidas y practicadas por Ed Smith, su originador, utiliza una forma de libre asociación, la cual él denomina “drifting”. Independientemente del cambio de nombre de libre asociación a drifting, se trata relativamente de la misma actividad, ya que asocia los problemas con la memoria.4 Es axiomático que cuanto más hacia atrás se va uno con los recuerdos, menos confiable resulta ser la información.
Debido a que la memoria es tan esencial en este proceso, es importante preguntar, “¿Qué tan buena es la memoria?” La Dra. Carlo Tavris ha dicho, “En una palabra, la memoria es miserable. Lo peor que se puede decir de ella es que es una traidora, y lo mejor es que es una buscapleitos. Nos proporciona recuerdos muy vívidos de eventos que tal vez nunca ocurrieron, y oscurece detalles críticos de eventos que sí sucedieron”.5
El cerebro no funciona como una computadora. Sin embargo, el consejero y pastor Dr. Cecil Osborne dice:
Todo lo que alguna vez nos sucedió está almacenado en algún lugar del banco de nuestra memoria. Aunque el evento haya sucedido hace muchos años, la memoria lo registró en alguna parte de las quince mil millones de células del cerebro. El tiempo hace que disminuya en lo más mínimo. El hecho que la mayoría de los traumas de la niñez sean “olvidados” no significa que no nos están dañando. En lo profundo de la mente inconsciente pueden convertirse en fuentes decadentes que supuran dolor, produciendo ansiedad, tensión, distorsión del carácter, comportamiento obsesivo-compulsivo, alcoholismo, drogadicción, dificultades para dar o recibir amor, relaciones no correspondidas, y con el tiempo, síntomas físicos con cientos de variantes.6
En su libro Remembering and Forgetting: Inquiries into the Nature of Memory (Recordando y olvidando: Investigación de la naturaleza de la memoria), Edmund Bolles dice, “El cerebro humano es la estructura más complicada que se conoce en el universo”.7 Dice además, “Recordar es un proceso creativo y constructivo. No existe un almacén de información sobre el pasado en ninguna parte de nuestro cerebro”.8
Como un ejemplo del funcionamiento de nuestra memoria, el psicólogo suizo Jean Piaget describe una clara memoria de su propia niñez:
Todavía logro ver, con total claridad, la siguiente escena, la cual creía cierta hasta que tuve quince años. Estaba sentado en mi cochecito de bebé, el cual mi niñera estaba conduciendo por los Champs Elysées, cuando un hombre intentó secuestrarme. Tenía una correa de seguridad que me sujetaba al coche, la cual me mantuvo allí mientras mi niñera valientemente se interpuso entre mí y el ladrón. Ella fue agredida y todavía puedo ver vagamente en su rostro las cicatrices que le habían quedado. Luego se juntó una multitud, un policía con una corta capa y un palo blanco, y el hombre salió corriendo. Todavía puedo ver toda la escena, e incluso puedo situarla cerca de la estación del subte. Cuando ya tenía unos quince años, mis padres recibieron una carta de mi antigua niñera diciendo que se había convertido y ahora pertenecía al Ejército de Salvación. Quería confesar sus errores pasados, y en particular quería devolver el reloj que se le había obsequiado como recompensa en dicha ocasión. Ella había inventado toda la historia, falsificando las cicatrices. Por consiguiente, yo debía haber escuchado cuando niño el relato de esa historia, en la cual mis padres creían, y la proyectaba hacia el pasado en forma de un recuerdo visual.9
Las memorias se crean en base a imágenes, conversaciones escuchadas, sueños, sugerencias, y la imaginación (así como eventos reales). Con el tiempo cambian. Incluso, al recordar las cosas, tratamos de llenar los espacios vacíos. Por lo tanto, cada vez que se evoca un recuerdo, también se reavivan las emociones que lo acompañan, y la imaginación que llena los espacios en blanco.
Los falsos recuerdos abundan en la sanidad interior. En 1989, escribimos lo siguiente:
A lo largo y ancho de Estados Unidos, existen padres que reciben llamadas telefónicas y cartas que los conducen a una pesadilla de acusaciones desde abuso hasta incesto. No nos referimos a padres de niños o adolescentes. Son padres de hijos ya adultos, quienes durante toda su vida no habían tenido recuerdo alguno de haber padecido abuso sexual por el padre o la madre. Pero ahora, sacan de la galera unas historias bizarras que impactan a sus padres. Estos hijos adultos, generalmente hijas, dicen recordar detalles precisos de uno de sus padres abusando de ellos. ¿De dónde sacan estas ideas? ¿De dónde provienen esos sórdidos recuerdos? ¿Qué los trae a la superficie? La sanidad interior y otras formas de terapia del tipo regresiva husmean detrás del surgimiento de estas horrorosas historias familiares.
Desde que escribimos esto en 1989, han surgido hijos ya adultos con acusaciones de abuso sexual y rituales satánicos por parte de sus padres, principalmente basándose en la reconstrucción de los recuerdos de la infancia. Esto puede suceder muy fácilmente durante la sanidad interior.
Las emociones
El uso intenso de las emociones es un ingrediente esencial de la sanidad interior. Quítele las emociones y desbaratará el movimiento. El concepto freudiano implicado es el de la abreacción, que consiste en “la descarga de tensión al revivir, por medio de palabras, sentimientos y acciones, una experiencia traumática (la causa original de la tensión).”10 Es una especie de catarsis. Sobre este concepto freudiano se basa todo un movimiento cuya finalidad es expresar las emociones. Otros tomaron la idea de Freud y postularon que el husmear dentro de cada uno de nosotros, implica emociones que deben salir a flote si es que queremos sentirnos mejor. Estos grupos se han dado a conocer como “ventilacionistas”.
Bases bíblicas
No hay bases bíblicas para la expresión emocional tal y como la manipulan los sanadores interiores y algunos psicoterapeutas. Si tan sólo tomamos una emoción humana, como la ira, encontraremos restricciones en cuanto a su uso, y no permiso para usarla de la manera en que los sanadores interiores la usan. Nosotros la llamamos ira injusta.
Bases científicas
En el pasado, se estimulaba a ejercer el dominio propio y era el modelo del comportamiento. Ahora hemos pasado de una sociedad que se auto-restringe a otra de auto-expresión. Leonard Berkowitz, quien ha estudiado extensamente la violencia y agresión, discrepa con la idea que es preferible dejar salir los sentimientos de agresividad. “Los terapeutas que estimulan dicha expresión activa de emociones negativas… [y] estimulan y recompensan la agresión, elevan el potencial de una violencia subsiguiente.”
Modelo hidráulico: Tavris diserta sobre el modelo hidráulico de las emociones. El modelo dice sencillamente que si la energía emocional se bloquea en un cierto lugar, debe ser liberado en otro. Ella dice:
Hoy día, el modelo hidráulico de energía ha sido científicamente desacreditado, pero esto no detuvo algunos círculos terapéuticos de expandir la idea “original” para abarcar todas las emociones (celos, tristeza, resentimiento, así como también la ira). Estos terapeutas aún argumentan que todo sentimiento que es “obstruido” tiene el peligroso potencial de ser “desparramado” y que posiblemente “inunde” el sistema.11
La catarsis, pese a su aparente alivio temporal, no ha demostrado ser una panacea para los problemas.
“Hablar de las emociones no las reduce; las re-actúa.” Tavris dice, “El hablar puede paralizar una disposición hostil.”12 “Los razonamientos psicológicos que promueven ventilar la ira no se apoyan en ningún escrutinio experimental. El peso de la evidencia indica precisamente lo contrario: el expresar la ira hace que uno esté más airado, solidifica una actitud airada y establece un hábito hostil.”13 Para ser claros, “la ira, si se sobre ventila, perpetúa la ira.”14 “Algunas veces, lo mejor que se puede hacer con la ira es no hacer nada.”15
¿Por qué entonces los adultos en general, incluidos los creyentes, siguen dicha enseñanza falsa? Porque honestamente creen (sin importarles que la evidencia científica muestre lo contrario) que la catarsis es buena. Han preferido la noción psicológica de la expresión por encima de nuestra tradición de supresión (no represión).
Disonancia cognitiva: ¿Qué sucede cuando la gente tiene experiencias y cómo estas experiencias moldean su teología? Leon Festinger ha desarrollado la teoría denominada disonancia cognitiva. La teoría es sencillamente lo siguiente: debido a que las personas no pueden vivir en un estado de conflicto (disonancia) entre una creencia (una idea cognitiva) y un comportamiento o una experiencia emocional, algo tiene que ceder. Y, sencillamente, según Festinger, lo que cede generalmente es la creencia. El cerebro necesita mantener consistencia para su comportamiento, y generalmente lo hace al amoldar su creencia a su comportamiento o a su experiencia emocional.
Primer ejemplo: Considere un hombre creyente, felizmente casado, el cual cree en la fidelidad. Sucede que en su oficina tienen una fiesta, y luego de mucho beber, lleva a una compañera de trabajo a su casa y comete adulterio. Su comportamiento está en colisión con su creencia sobre el matrimonio. Entonces, ¿qué sucede? Según esta teoría él cambiará a menudo su creencia original (fidelidad) para conformarla a su comportamiento (adulterio).
Segundo ejemplo: Alguien es invitado a asistir a una reunión en la cual se promueven y practican experiencias emocionales. Tiene grandes dudas al respecto, pero asiste ya que un amigo le invitó. Durante la reunión escucha enseñanzas que sustentan las actividades emocionales y ve a otros participando. En medio de toda esa dinámica, termina involucrándose emocional y experimentalmente. Tan pronto como cruza la línea entre la duda y la participación, queda atrapado en las emociones y experiencias. Ya no tiene dudas, ya no cuestiona. Generalmente se convierte tanto en un participante como en un promotor.
Según esta teoría, dicha inmersión y participación cambiará las creencias del individuo. Y eso es precisamente lo que sucede con las experiencias emocionales tales como la sanidad interior. He aquí un ejemplo proveniente de un pastor:
Durante el transcurso de su charla, [Roz] Rinker explicó cómo el Espíritu Santo podía obrar a través de nuestras oraciones para que lleguemos a las experiencias pasadas y sanemos las viejas heridas emocionales. Ella nos invitó a probar la validez de esta declaración por nosotros mismos. Siguiendo sus indicaciones, se nos instruyó que permitiéramos a nuestras mentes ser guiados por el Espíritu Santo hacia nuestra niñez. Al hacerlo, comencé a visualizarme como un niño de ocho años. Me asombró ver a un niño muy sobrecargado; de hecho, me vi a mi mismo llevando una carga pesada sobre mi espalda. Aparentemente, el peso de esta carga simbolizaba mis necesidades y preocupaciones pasadas.
Cuando se nos pidió que imagináramos un ambiente para este niño, inmediatamente me encontré de pie delante de un oscuro salón de la escuela, en la noche. El temor comenzó a apoderarse de mi meditación e intuitivamente me di cuenta que todos esos símbolos eran descripciones punzantes de cómo sentía esas experiencias de mi niñez.
A continuación nos pidió que hiciéramos algo sorprendente. “Ahora vean si pueden imaginarse a Jesús apareciendo allí”. “Déjenlo que camine hacia ustedes”.
Para mi gran asombro, yo (un clérigo ordenado por la Iglesia Reformada con un doctorado en psicología) vi que esto me estaba sucediendo. Una imagen de Jesús se movió lentamente hacia mí, saliendo de aquel oscuro salón. Él comenzó a extender sus manos hacia mí, en una forma amorosa, llena de aceptación.
“Ahora”, nos dijo suavemente, “pídanle que los toque con su poder sanador”.
Antes que yo pudiera responder a su instrucción, vi a Cristo que ya se movía en mi imaginación con una libertad que excedía mi dirección. Mi meditación parecía tener vida propia. Yo ya no estaba creando la escena.La imagen de Cristo tomó la carga de mi espalda. Y lo hizo con tanta fuerza que yo literalmente salté del banco.
Abrí mis ojos y miré a la gente que aún estaba meditando. Quedé perplejo, confundido. Pero entonces se me ocurrió: Algo de mi pasado acaba de ser sanado. Me sentí liberado.
En los días posteriores estuve cada vez más consciente que algo profundo había pasado dentro mío.16 (Itálicas en el original.)
Recuerde que, según la teoría de la disonancia cognitiva, cuando una creencia y un comportamiento están en conflicto, uno u otro tienden a cambiar; y, generalmente es la creencia la que cambia.
Note el uso de las imágenes en el relato que acabamos de ver. En la Tercera Parte (siguiente) disertaremos sobre las imágenes, el quinto ingrediente del estofado no bíblico denominado “sanidad interior”. Las imágenes son el ingrediente más peligroso de los cinco.
Notas finales
1 Jane Gumprecht. Abusing Memory. Moscow, ID: Canon Press, 1997, p. 101.
2 John y Paula Sandford, “Healing the Prenatal Spirit,” sound recording.
3 Mark L. Howe, “Memories from the Cradle,” Current Directions in Psychological Science, Vol. 12, No. 2, pp. 622-65.
4 Ver “A Response to the Christian Research Institute’s Evaluation of Theophostic Prayer Ministry” por Martin Bobgan en el sitio web de Psychoheresy Awareness Ministry: www.psychoheresy-aware.org.
5 Carol Tavris, “The Freedom to Change” Prime Time, October 1980, p. 28.
6 Cecil Osborne. The Art of Becoming a Whole Person. Waco, TX: Word Books, 1978, p. 175.
7 Edmund Bolles. Remembering and Forgetting: Inquiries into the Nature of Memory. New York: Walker and Company, 1988, p. 139.
8 Ídem., p. xi.
9 Jean Piaget, Plays, Dreams and Imitation in Childhood. New York: Norton, 1962.
10 J. P. Chaplin. Dictionary of Psychology, New Revised Edition. New York: Dell Publishing Co., Inc., 1968, 1975, p. 2.
11 Carol Tavris, Anger: The Misunderstood Emotion. New York: Simon and Schuster, 1982, p. 38.
12 Ídem., p. 134.
13 Ídem., pp. 143, 144.
14 Ídem., p. 176.
15 Ídem., p. 223.
16 Robert L. Wise, “Healing of Memories: A Prayer Therapy for You?” Christian Life, July, 1984, pp. 63, 64.